César Di Candia fue uno de los grandes periodistas del Uruguay durante décadas, maestro de varias generaciones de cronistas, escritor, humorista y un entrevistador de excepción. Murió a los 95 años y el periodismo está de luto.
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El periodismo está de luto: murió a los 95 años César Di Candia, maestro de varias generaciones
Fue uno de los grandes periodistas del Uruguay durante décadas, escritor, humorista y un entrevistador de excepción.
Nació en Florida por una cuestión puntual, pero su familia era de Rocha, más precisamente de La Paloma, y él siempre se sintió como hijo de ese balneario.
Había estudiado Derecho pero su pasión era el periodismo.
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Escribía en el diario “El País” en 1954 y a los tres años surgió la posibilidad de hacer una revista de humor, a la que llamaron “Lunes”, el suplemento “que sale todos los martes”.
Llegó a ser el redactor responsable del diario “Hechos”, que dirigía Zelmar Michelini, con quien mantuvo una amistad más allá de la relación de trabajo. Ahí fue jefe de un gran maestro del periodismo, Danilo Arbilla que como él, llegaba del interior del país, en este caso de Casupá.
Aquel joven que sufría cuando Di Candia le decía que la nota escrita no tenía arreglo, la tiraba a la papelera y le pedía que la hiciera de nuevo, luego creció con el tiempo y se convirtió en su jefe de redacción, cuando Di Candia se hizo popular por sus entrevistas en profundidad de cada jueves en “Búsqueda”.
Fue periodista en los diarios “La Mañana” (colorado, ruralista) y “Ya” (izquierda), así como en el legendario semanario “Marcha”.
Estuvo en la fundación de una famosa revista de humor durante la dictadura, “El Dedo” (1982) y fue el guía de entrevistas colectivas a líderes políticos, lo que cuando el régimen militar cerró la publicación, eso siguió en la revista “Guambia” (desde 1983).
A partir de 1987, publicó sus entrevistas en “Búsqueda“ durante doce años, lo que luego siguió en el diario “El País”.
Publicó libros de humor, de cuentos, investigaciones y ensayos periodísticos y novelas (“El país del deja deja” y “Resucitar no es gran cosa”) entre 1987 y 1999, labor continuada luego en El País.
Reunió parte de su producción como humorista en Bochonerías y otros jolgorios (1971) y El mundo es Juancho y ajeno (1972). Autor de un libro de cuentos, “El evangelio según Lucía“ (1969), y de dos novelas, “El país del deja deja“ (1996) y “Resucitar no es gran cosa“ (1997), cuyas tramas se desarrollan en el departamento de Rocha y recrean pintorescos personajes locales y un lenguaje popular. Con muy fuertes vínculos a ese departamento, publicó “La Paloma. Una historia con nombre de pájaro“ (2004). En una sátira política se convirtió su tercera novela: “Concierto para doble discurso y orquesta“ (2003).
También escribió obras de teatro, “La penitencia” (1979), “Gracias por acordarse” (1980) y “La ideíta” (1986), que fueron dirigidas por Alfredo de la Peña, Júver Salcedo y Gustavo A. Ruegger, respectivamente.
Sus dos últimos libros unieron su pasión por el periodismo y su conocimiento de la política uruguaya: “Resbalones y caídas“ (2009) y “Tropezones y porrazos“ (2010).
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